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Paranoias de una friky

Sálvame Deluxe

Oh, que emoción, soy la protagonista de un rumor con tintes sexuales entre mis antiguas compañeras de trabajo. En el trabajo del que me echaron, en el que tengo ahora no, que me tratan bien y tal (?). En ese con el que me juntaba de cañas con ellos y algo en mí me decia que no me desnudara. (figuradamente)

Todavía no sé de qué va, han de informarme. Quien me lo ha dicho, no es que sea trigo limpio, pero probablemente sea el más... no encuentro la palabra, honesto no es exactamente... en fin. Digamos que fue con el que sentí cierta conexión. De cualquier manera, hacendada me hayo. Es un hombre, curioso. Las mujeres largarán y largarán, me pondrán caritas graciosas cuando me vean o me saluden por el tuenti, y jamás me dirán nada. Debo ser la puta de Babilonia en sus conversaciones a estas alturas, supongo que el rumor tendrá que ver con que me he tirado a alguien que, a no ser que haya sido en sueños, no recuerdo haberme tirado.

¿Me da igual? No, porque si eres mujer, el hecho de que te atribuyan plusmarcas sexuales que encima no has cometido, no es agradable.

¿Me afecta demasiado? No. Se lo comentaré a mi novio para que no piense cosas raras de mi si le cacarean algo.

Esto me enseña varias cosas. A) Da igual lo que hagas por intentar caerle bien a la gente, en la mayoría de los casos no lo vas a conseguir, y van a pensar de tí lo que quieran pensar. B) Hago bien hablando sólo de tonterías y no dejando traslucir mis verdaderos pensamientos y sentimientos en público jamás. C) El vulgo da asco, mucho asco.

4 comentarios

gñé -

Hacendada se haya. Joder si nos ha salido forocochera la niña y todo. La anterior faceta sí la conocía... esta es nueva.

Cavaradossi -

Llanas, agudas o esdrújulas, lo importante de las palabras es que su destinatario capte el mensaje que transmiten.

Gema -

Pues sí, pero yo lo digo con palabras mas llanas: a tomar por culo la gente que no me importa lo más mínimo. :D

Cavaradossi -

Los rumores son como los zumbidos de insectos, molestos a más no poder, pero su eficacia perniciosa dependerá en última instancia de cómo nos enfrentemos a ellos, si oponiéndonos a su asedio con enojo o buscando su neutralización mediante la risa, esto es, concediéndolos importancia o simplemente indiferencia. Personalmente, me decanto por la segunda opción.