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Paranoias de una friky

Amigos y conocidos. El nuncaquedismo.

Muchas veces crees en alguien, confías en él... lo necesitas y así se lo manifiestas, pero ese alguien no responde a tus expectativas sobre él. Días atrás he estado algo tocada anímicamente porque una tía se quería tirar a mi novio, sin conseguirlo finalmente. Aparte de mi plan de acción digno de una quinceañera, necesitaba desahogarme con alguien físico, con alguien real a quien pudiera tocar. Para eso están las amigas, ¿no? No tengo muchas, es algo que no me da vergüenza admitir. Con una de ellas perdí el contacto dado que se volvió cocainómana de a diario y no pude ayudarla, porque no quería mi ayuda; pero a pesar de ello me gusta seguir quedando de vez en cuando con ella a tomar un café, porque teníamos una forma parecida de entender el mundo. Le mandé un breve mensaje, esperando que quedase conmigo. Una resaca terrible le impidió concertar la cita.

La otra amiga es más reciente, no llega a un año el tiempo que la conozco. La conocí por internet, y solemos quedar todas las semanas. Otra llamada desesperada, otra negativa a verme. Ella está felizmente casada y tiene un niño pequeño; y su excusa fue la limpieza del hogar marital.Ni siquiera me dijo que fuera a su casa a visitarla. Que otro día si eso, que en otra ocasión. Una devastadora sensación de que en el fondo estoy sola me invadió y me hizo ver la realidad. Nadie conoce a nadie, como rezaba aquella película.

No tengo más amigas que esas. El resto de mi círculo social lo compone mi novio y un amigo que sí respondió a mi llamada, sí que me dejó llenarle la camisa de mocos y lágrimas y que incluso aceptó colaborar en mi venganza contra la zorra, amén de dejarme conducir su coche nuevo con mi L detrás elegantemente tumbada en la bandeja, confiando en mi escasa pericia al volante y sin criticar mis numerosos errores.. Me dejó llevarlo unos 50 kilómetros hacia Madrid. El llevar un coche tan grande y tener que sobrepasar mi límite de 80 km por hora ante los pitidos y el riesgo de colisión con los coches que me seguian me causó tal agotamiento mental que a la vuelta lo tuvo que llevar él.

El caso es que cuando todo son risas y bromas es fácil estar al lado de alguien; la cosa cambia cuando se trata de escuchar un rato. De todas formas, esto me ha servido para darme cuenta en quién puedo confiar y en quién no. Y cuando me las vuelva a cruzar, y cuando me vuelvan a decir su archiconocido "a ver si quedamos un día"... seré tan idiota de sonreirles y decirles: sí, a ver cuando.

2 comentarios

Gema -

Pues queda con los de Internet; siendo de Madrid es fácil que la gente que conoces de tu misma ciudad esté presente en los foros y sitios varios que frecuentas... ahora, que de Albacete es más crudo.

Ignacio -

Yo no tengo hamijos, salvo en internec, o eso creo.

Caca :(